El sábado 6 de octubre presenté Shamrock, antología editada por Espacio Hudson, junto a los escritores Eduardo Cormick y Juan José Delaney en el Club Fahy, mítico club irlandés con una lectura bilingüe. Luego hubo sesión de música irlandesa y buffet. Un par de fotos:
sábado, 28 de octubre de 2023
jueves, 27 de julio de 2023
Despidiendo a Sinéad O'Connor
Concerning the god awful mess that she made
When she told them her truth just as hard as she could
Her message profoundly was misunderstood
There's humans entrusted with guarding our gold
And humans in charge of the saving of souls
And humans responded all over the world
Condemning that bald headed brave little girl
And maybe she's crazy and maybe she ain't
But so was Picasso and so were the saints
And she's never been partial to shackles or chains
She's too old for breaking and too young to tame
It's askin' for trouble to stick out your neck
In terms of a target a big silhouette
But some candles flicker and some candles fade
And some burn as true as my sister Sinead
And maybe she's crazy and maybe she ain't
But so was Picasso and so were the saints
And she's never been partial to shackles or chains
She's too old for breaking and too young to tame.
domingo, 16 de julio de 2023
Paula Meehan: Cenizas
Cenizas
La marea avanza; la marea retrocede otra vez
lavando en la playa lo que la tormenta
arrojó. Donde había rocas, hay arena hoy,
donde había arena ayer, hoy rocas desnudas.
Entonces pienso adónde habrán recalado
sus restos mortales, en su forma trasmutada,
un año ya desde que fueron arrojados por mis manos
-queriendo parar el reloj inexorable.
Ella que murió por su propia mano, no puede saber
el amor simple que siento por las cosas que dejó atrás.
No pude salvarla. No pude ni siquiera
tratar. Veo la furia con la que el viento sopla
la vida hacia la vela suelta: el
insistente alabeo contra la trama
empuja a la embarcación detenida hacia afuera.
Paula Meehan, From The Wake Forest Book of Irish Women's Poetry by Peggy O'Brien. 2012.
Versión: Marina Kohon
Ashes
The tide comes in; the tide goes out again
washing the beach clear of what the storm
dumped. Where there were rocks, today there is sand;
where sand yesterday, now uncovered rocks.
So I think on where her mortal remains
might reach landfall in their transmuted forms,
a year now since I cast them from my hand
—wanting to stop the inexorable clock.
She who died by her own hand cannot know
the simple love I have for what she left
behind. I could not save her. I could not
even try. I watch the way the wind blows
life into slack sail: the stress of warp against weft
lifts the stalling craft, pushes it on out.
jueves, 6 de julio de 2023
Eduardo Cormick: Un relato de Las huellas del olvido
VENDIMIA AMARGA
Dejaremos esta casa. Cerraré el portón del taller y llevaré mis herramientas. Los
campos verdes y húmedos, las colinas floridas estarán sembradas de casas
fantasmales como ésta. Los vecinos también se irán, porque aquí sólo crece la
propiedad de los señores ingleses y el hambre de nuestras familias.
Cargaremos nuestros bienes en baúles y los llevaremos. No dejaremos nada que
podamos llevar con nosotros. No le deberemos nada a nadie. Mi oficio servirá allá
como fue útil acá, ya lo verás.
Usaremos la ropa que has cosido para nosotros y para los niños. Pronto tendremos
dinero suficiente para cambiar todos nuestros trajes por otros, nuevos y a la moda.
Ocuparemos asientos en el tren, comeremos un poco del budín que lleves en la
canasta. Preguntaremos a los vecinos del coche si también ellos van al puerto, si ellos
también van a embarcarse, mientras la locomotora bufa rumbo a Cork. Los niños
preguntarán cómo es un barco. ¿Cómo es un barco?
+++
Conoceremos el barco al llegar a puerto. Allí estará el Dresden esperándonos para
abordar. Treparemos la rampa tomados de la mano y escucharemos la voz que nos
indicará dónde deberemos ubicarnos. Tercera clase, nos dirá con voz aburrida.
Navegaremos veinte días y noches a través del mar. Veremos salir el sol y lo
veremos esconderse. La luna nacerá en el mar y se mezclará con las estrellas.
Cantarás baladas en las noches y los pasajeros harán los coros. Preguntaremos
también a nuestros camaradas de viaje qué saben de ese lugar al que viajaremos.
Nos mostrarán cartas de sus parientes, que contarán cómo se multiplican las ovejas
y que para atravesar un campo hay que viajar un día entero.
Dirán que al llegar al puerto de Buenos Aires nos estarán esperando para llevarnos a
unos campos hacia el norte, donde crecen las familias, los ganados y cultivos de
suizos y lombardos. Ahí, como ellos, sembraremos trigo; criaremos vacas, caballos,
ovejas. Seremos agricultores como nuestros abuelos y multiplicaremos, como ellos,
cereales y ganado.
Como cualquier pueblo, esa colonia agrícola necesitará un carpintero. Serán
cuatrocientas familias, cuatrocientas mesas con sus bancos. Serán cuatrocientas
camas, porque todos los esposos querrán tener su cama. Serán las camas para sus
hijos porque un día harán cama para ellos. Habrá que poner ventanas en las casas, y
puertas.
Nos ofrecerán cuarenta hectáreas para cada familia. ¿Cuántos acres son cuarenta
hectáreas? ¿Serán cien acres? ¿Quién de nosotros podría tener cien acres en nuestro
país? Todas nuestras cuentas serán distintas con cien acres. Nos darán bolsas de
semillas para la primera siembra, algunas cabezas de ganado que crecerá con nuestro
trabajo.
Llegaremos al puerto de Buenos Aires que nos recibirá con calor y humedad que
nadie podría aventurar como real. Nos arrinconarán en un galpón inmenso al que
llaman Hotel de Inmigrantes y nos informarán que serán otros los planes. Que ya no
iremos hacia el norte sino rumbo al sur, donde nos espera una colonia vitícola.
Cuatrocientas millas al sur. Será más lejos que ir de Cork a Derry, si alguien alguna
vez pensara en hacer ese viaje.
¿Qué habrá de los cien acres de tierra para cultivar? ¿Habrá semillas?
Nos visitará un caballero que dirá con entusiasmo que también es irlandés por parte
de madre; aunque nació en Boston eligió venir a esta tierra tan fecunda. Lo
acompañará una comisión de caballeros británicos que confirma que nos será dado
todo lo prometido, tal vez más: cada día, una ración de leche, un kilo de carne, pan,
harina, dos onzas de arroz, media onza de sal. Cada mes, dos kilos de jabón, cuatro
de un té que beben en esa tierra, un kilo de tabaco, ocho hojas de papel, tal vez café,
una onza de azúcar y leña para cocinar y darnos calor. ¿Quién necesitará leña si nos
pasamos transpirando día y noche?
Nos llevarán a una estación ferroviaria donde montaremos un tren que se parece al
nuestro; ya nos sentiremos un poco mejor. Todo comenzará a resultarnos familiar.
Nuestros hijos abrirán los ojos para tragarse cada metro de esos campos con un
horizonte que no se termina nunca. Las estaciones de ferrocarril serán como las de la
isla; pensamos que sólo falta que la gente hable nuestro idioma y cuando el guarda de
tren pasa a controlar los pasajes habla como nosotros. Habremos encontrado el lugar
en el que soñamos pasar nuestros días. Llegará la noche atravesando esa planicie
desnuda, en la que Dios no ha puesto un árbol y sólo el ferrocarril pone una estación
cada diez millas, rodeada de extensa nada.
Al amanecer, el padre Mathew descubrirá el comienzo de una suave ondulación del
terreno; en un punto increíblemente lejano una sombra azul crece contra el cielo y
llamará a eso Cura Malal. Nos reiremos. Serán raras las palabras que escuchemos en
estos nuevos días.
Nos apearemos en una de esas estaciones en medio de la planicie. Habrá un cartel
que nos dirá que estamos en Napostá; reiremos otra vez. Habremos llegado.
¿Habremos llegado?
Nos esperarán para llevarnos en unos carretones tirados por bueyes, marcharemos
por caminos que sólo verán los animales y el hombre que los conduce, silencioso
como un buey, en ondulantes colinas de arena. ¿Será como el desierto que les tocó
atravesar a José y María con el Niño? ¿Así será un desierto? Sabremos que no lo es
porque veremos a un lado la línea del ferrocarril. El señor norteamericano que
administra la colonia nos dirá que pronto tendremos una estación de ferrocarril para
nosotros, y que eso se llamará La Vitícola.
¿Quién de todos los que viajaremos en el tren hacia Napostá con su nombre tan
simpático, sobre las carretas hacia La Vitícola, sabrá cómo se cuida una vid?
+++
Agradeceremos por las tiendas para protegernos del sol del verano, la lluvia del otoño, el frío del invierno. Agradeceremos por las bolsas con comida. Preguntaremos cuándo llegarán las maderas para construir las casas; cuándo llegarán los animales para criar y los esquejes para implantar las vides. Preguntaremos cómo se cultiva la vid, y ¿cuándo nos darán los prometidos mil pesos?
Preguntaremos al padre Mathew por qué se irá; ¿dónde se irá? ¿Sudáfrica? Preguntaremos quién se ocupará de nosotros. Cuándo llegará alguien de aquella comisión británica que nos prometió tanto. Cuándo volveremos a ver a ese simpático caballero nacido en Boston. A quién preguntaremos, si no habrá nadie que nos visite en la colonia.
Buscaremos un lugar en el que sepultar a los niños que se nos morirán por el hambre y las diarreas. Buscaremos un camino para salir de allí de algún modo. Trataremos de caminar rumbo a la estación Napostá, porque la hermosa estación La Vitícola no tendrá jefe ni se detendrá un tren junto a sus andenes.
Caminaremos tal vez hacia el norte, donde creeremos que está Buenos Aires, o hacia el sur, donde están levantando, entre médanos y arroyos, una ciudad llamada Bahía Blanca.
Preguntaré a un hombre que pasará junto a nosotros en el camino cómo podré hacer para salir de este lugar maldito. Me mirará desde la altura de un enjaezado caballo negro, antes de decirme que sí, que este es el Huecuvú Mapú, el país del diablo, y echar a reír sobre el repentino galope del potro endemoniado.
Ya no me quedarán motivos para reír.
Las huellas del olvido. (Relatos). Buenos Aires, El Bien del Sauce edita, 2022, 150 pag.
jueves, 22 de junio de 2023
domingo, 14 de mayo de 2023
Una visión: Robert Burns
Una visión
Me paré al lado de una torre
sin techo
Donde las trepadoras perfuman
el aire húmedo
Donde el búho se lamenta en
su alcoba de hiedra,
Y le cuenta a la luna su pena
Los vientos estaban calmos, el aire quieto
Las estrellas chispeaban en
el cielo
El zorro aullaba en la colina
Y el valle en distante eco
respondía
El arroyo del sendero de avellanos
Corría por entre las ruinas
Presuroso por encontrarse con
el Nith caudaloso
Cuyo murmullo distante crecía
a su paso
La fría ráfaga del norte
empujaba
las luces, mientras silbaba
un extraño clamor
Y a través del cielo nacían y se movían
Como la Fortuna a favor, teñidas de victoria.
Descuidadamente giré mi vista
Y bajo el rayo de luna
temblando ví
A un severo y recio fantasma
levantándose
En las ropas de un trovador.
Aunque yo hubiese sido una
estatua de piedra
Su mirada osada me hubiera atemorizado
en su gorro se veía
claramente
la sagrada flor de la:
¡Libertad!
Y de su arpa tales notas
flotaron
Podrían haber despertado a
los muertos;
Pero, ¡oh! Era una historia
de pena
Una que en un oído británico
nunca encontró eco.
Cantó con alegría sus días
pasados,
Y lloró y lamentó los últimos
tiempos;
Pero lo que dijo no era
juego,
Y en mis versos le seré fiel.
As I stood by that roofless tower,
Where the wa'flower scents the dewy air,
Where the awl mourns in her ivy bower,
And tells the midnight moon her care.
The winds were laid, the air was still,
The stars they shot along the sky;
The fox was howling on the hill,
And the distant echoing glens reply.
The stream, adown its hazelly path,
Was rushing by the ruin'd wa's,
Hasting to join the sweeping Nith,
Whose distant roaring swells and fa's.
The cold blae North was streaming forth
Her lights, wi' hissing, eerie din;
Athwart the lift they start and shift,
Like Fortune's favors, tint as win.
By heedless chance I turn'd mine eyes,
And, by the moonbeam, shook to see
A stern and stalwart ghost arise,
Attir'd as Minstrels wont to be.
Had I a statue been o' stane,
His daring look had daunted me;
And on his bonnet grav'd was plain,
The sacred posy-"Libertie!"
And from
his harp such strains did flow,
Might rous'd the slumb'ring Dead to hear;
But oh, it was a tale of woe,
As ever met a Briton's ear!
He sang wi' joy his former day,
He, weeping, wailed his latter times;
But what he said-it was no play,
I will not venture't in my rhymes.
lunes, 1 de mayo de 2023
Dos poemas de James Joyce
Solo
La red dorada grisácea del mediodía
le forma a la noche un velo,
las lámparas costeras del lago dormido
siguen a los zarcillos de laburno.
Los pícaros juncos susurran a la noche
un nombre-su nombre-
y toda mi alma es un deleite,
un desmayo del pudor.
En la playa de Fontana
El viento golpea y golpea contra los guijarros
los locos postes del muelle crujen
un mar senil nombra a cada
piedra plateada por el limo.
Del aullido del viento, y del frío
mar gris lo protejo y envuelvo con calor
y toco su hombro delicado que tiembla
su brazo de niño.
Miedo alrededor nuestro, una descendiente
oscuridad de miedo por sobre nosotros
y en mi corazón qué profundo e interminable
¡Dolor de amor!
All night a veil,
The shorelamps in the sleeping lake
Laburnum tendrils trail.
The sly reeds whisper to the night
A name-- her name-
And all my soul is a delight,
A swoon of shame.
Wind whines and whines the shingle,
The crazy pierstakes groan;
A senile sea numbers each single
Slimesilvered stone.
From whining wind and colder
Grey sea I wrap him warm
And touch his trembling fineboned shoulder
And boyish arm.
Around us fear, descending
Darkness of fear above
And in my heart how deep unending
Ache of love!
martes, 17 de enero de 2023
Recordando a Dolores O'Riordan
Recordando a Dolores O'Riordan de The Cranberries.
domingo, 1 de enero de 2023
William Butler Yeats: El gato y la luna
El gato y la luna
El gato iba de aquí para allá
y la luna giraba como un trompo
y el pariente más cercano de la luna
el gato sigiloso, elevó la mirada.
El negro Minnalouche miró fijo a la luna
porque al deambular y maullar
la luz pura y fría en el cielo
inquietaba a su sangre animal.
Minnalouche corre por el pasto
alzando sus delicadas patas
¿Bailas, Minnalouche, bailas?
Cuando dos almas gemelas se encuentran
¿Qué mejor que invitarse a danzar?
Quizá la luna pueda aprender
cansada de esa forma elegante,
un nuevo giro de la danza
Minnalouche se desliza por el pasto
de un claro de luna a otro,
la luna sagrada por encima
ha entrado en una nueva fase.
¿Sabe Minnalouche que sus pupilas
cambiarán y cambiarán
y que de redondas a crecientes,
de crecientes a redondas oscilan?
Minnalouche se desliza por el pasto
solo, importante y sabio
y eleva hacia la luna cambiante
sus ojos también cambiantes.
The cat and the moon
And the moon spun round like a top,
And the nearest kin of the moon,
The creeping cat, looked up.
Black Minnaloushe stared at the moon,
For, wander and wail as he would,
The pure cold light in the sky
Troubled his animal blood.
Minnaloushe runs in the grass
Lifting his delicate feet.
Do you dance, Minnaloushe, do you dance?
When two close kindred meet,
What better than call a dance?
Maybe the moon may learn,
Tired of that courtly fashion,
A new dance turn.
Minnaloushe creeps through the grass
From moonlit place to place,
The sacred moon overhead
Has taken a new phase.
Does Minnaloushe know that his pupils
Will pass from change to change,
And that from round to crescent,
From crescent to round they range?
Minnaloushe creeps through the grass
Alone, important and wise,
And lifts to the changing moon
His changing eyes.