sábado, 26 de noviembre de 2022
Cine: El Prodigio
domingo, 7 de agosto de 2022
La estatua de la Virgen de Granard habla
Puede ser amargo aquí en tiempos como estos,
el viento de noviembre soplando desde la frontera.
Sus semillas de hielo te hacen doler el alma.
El pueblo entero arropado seguro y soñando,
hasta las cosas salvajes se han escondido en la
tierra, y yo
atascada aquí en esta gruta, sin ni siquiera
una estrella o planeta que alivie mi vigilia.
El aullido no parará. Los árboles
se retuercen en agonía como si fueran a liberarse
y despegar- viajeros fantasmas
en el viento que lleva indicios
de pueblos acuartelados, ciudades amuralladas,
calles de guetos
donde los hombres se cazan unos a otros e invocan
los varios nombres de Dios como bendiciendo
sus estrategias muertas, sus maniobras nocturnas.
Más cerca de casa el viento pasa por
sobre lagos muertos. Escucho a los peces ahogarse.
Siento el gusto del agua estancada mezclada
con el humo de la turba de las granjas alrededor.
Me llaman Mary- Bendecida, Santa, Virgen.
Me unen al mito de un hombre crucificado:
el flagelo y la caída, y la caída otra vez,
la corona de espinas, el golpe del martillo en el
hierro
en la muñeca y cadera, el sagrado corazón sangrante.
Me llaman Madre de todo este dolor
a pesar de no aparearme con un hombre mortal.
se arrodillan ante mí y sus plegarias
se elevan como chispas de una fogata
que arde un momento, luego se apaga.
Puede ser hermoso aquí a veces. La primavera,
verano temprano. Niñas en vestidos de comunión
rivales pálidas del desorden en los setos vivos
del perejil de las vacas y espinos en flor, el
perfume
de cada acre de juncos que queda para el heno
cuando la luz oscila más, con el sol retirándose al
norte.
O la gracia de un casamiento de mitad de verano
cuando la tierra misma llama a aparearse
y me liberaría de estas vestiduras tiesas,
totalmente azules, totalmente blancas, como si le
hubiesen
robado sus colores al cielo de un niño. Mi ser
grita para ser reencarnado, reencarnado
manchada y despeinada en una cama suave.
Hasta un entierro de otoño puede tener su pompa.
Los setos cargados con el peso de la fruta
silvestre, endrina, baya, escaramujo; las nubes se
desplazan
rápidamente hacia el este con el aroma de las peras, frutas caídas en
secreto en los largos pastizales de las huertas, y algún alma vieja
desciende a su piel. La muerte es justo otra cosecha
planeada para el juego de la estación.
Pero es en la noche de todos los Difuntos que no
hay respiro de la agudeza del viento.
No me asombraría si cada cuerpo viniera volando
desde el cementerio para unirse con exaltación al
vendaval
una cacofonía de huesos implorándole el Juicio
Final al cielo
y liberación de ser la consciencia del pueblo.
En una noche así recuerdo a la chica
que vino sólo con quince veranos,
y se echó en completa soledad a mis pies
sin partera o doctor o amiga que sostuviera su mano
y empujó su secreto hacia la noche,
lejos del pueblo arropado en pequeños escándalos,
afectado por regateos, palabras rotas, rezos,
promesas,
y a pesar de que ella lloró agonizando
no me moví,
no levanté un dedo para ayudarla,
no intercedí ante el cielo
tampoco susurré la palabra sagrada en el oído de
Dios.
En una noche como ésta cuento los días que faltan
para el solsticio
y para la vuelta de la luz.
Oh sol,
centro de nuestra estúpida danza,
ardiente corazón de piedra,
derretida madre de todos nosotros,
escúchame y ten piedad.
Paula Meehan
Trad: Marina Kohon
From Mysteries of the Home (2013)
About the poem
As a young working-class girl growing up in
inner-city Dublin one of Paula Meehan’s favourite images was that of the
statue, in the Pro-Cathedral, of Stella Maris/Star of the Sea. The Virgin
Mother stands upon a crescent moon, her head surrounded by stars. Many years
later, Paula Meehan wrote this unsettling, powerful poem in response to a shocking
event. In January 1984 a fifteen-year-old girl named Ann Lovett died giving
birth, in secret, to her baby son, at the hillside grotto on the outskirts of
her home town of Granard, Co. Longford. She was found by passersby but by then
her baby boy was dead and she herself died later that day, 31 January, in
hospital. A whole generation still remembers the name Ann Lovett and the awful
heartbreak and loneliness associated with her story.
The Statue of the Virgin at
Granard Speaks
It can be bitter here at
times like this,
November wind sweeping across the border.
Its seeds of ice would cut you to the quick.
The whole town tucked up safe and dreaming,
even wild things gone to earth, and I
stuck up here in this grotto, without as much as
star or planet to ease my vigil.
The howling won’t let up.
Trees
cavort in agony as if they would be free
and take off — ghost voyagers
on the wind that carries intimations
of garrison towns, walled cities, ghetto lanes
where men hunt each other and invoke
the various names of God as blessing
on their death tactics, their night manoeuvres.
Closer to home the wind sails over
dying lakes. I hear fish drowning.
I taste the stagnant water mingled
with turf smoke from outlying farms.
They call me Mary —
Blessed, Holy, Virgin.
They fit me to a myth of a man crucified:
the scourging and the falling, and the falling again,
the thorny crown, the hammer blow of iron
into wrist and ankle, the sacred bleeding heart.
They name me Mother of all this grief
though mated to no mortal man.
They kneel before me and their prayers
fly up like sparks from a
bonfire
that blaze a moment, then wink out.
It can be lovely here at
times. Springtime,
early summer. Girls in Communion frocks
pale rivals to the riot in the hedgerows
of cow parsley and haw blossom, the perfume
from every rushy acre that’s left for hay
when the light swings longer with the sun’s push north.
Or the grace of a midsummer
wedding
when the earth herself calls out for coupling
and I would break loose of my stony robes,
pure blue, pure white, as if they had robbed
a child’s sky for their colour. My being
cries out to be incarnate, incarnate,
maculate and tousled in a honeyed bed.
Even an autumn burial can
work its own pageantry.
The hedges heavy with the burden of fruiting
crab, sloe, berry, hip; clouds scud east
pear scented, windfalls secret in long
orchard grasses, and some old soul is lowered
to his kin. Death is just another harvest
scripted to the season’s play.
But on this All Souls’
Night there is
no respite from the keening of the wind.
I would not be amazed if every corpse came risen
from the graveyard to join in exaltation with the gale,
a cacophony of bone imploring sky for judgement
and release from being the conscience of the town.
On a night like this I
remember the child
who came with fifteen summers to her name,
and she lay down alone at my feet
without midwife or doctor or friend to hold her hand
and she pushed her secret out into the night,
far from the town tucked up in little scandals,
bargains struck, words broken, prayers, promises,
and though she cried out to me in extremis
I did not move,
I didn’t lift a finger to help her,
I didn’t intercede with heaven,
nor whisper the charmed word in God’s ear.
On a night like this I
number the days to the solstice
and the turn back to the light.
O sun,
centre of our foolish dance,
burning heart of stone,
molten mother of us all,
hear me and have pity.
miércoles, 3 de agosto de 2022
Rompe, rompe, rompe... Lord Alfred Tennyson
Rompe, rompe, rompe,
Sobre tus frías piedras grises, ¡oh, Mar!
Quisiera que mi lengua pudiera pronunciar
Los pensamientos que crecen en mí.
¡Bien por el hijo del pescador
Que grita al jugar con su hermana!
¡Bien por el joven navegante,
Que canta en su bote en la bahía!
Y los majestuosos barcos pasan
Hacia su refugio bajo la colina;
Pero ¡Oh, por el roce de una mano que se esfuma
Y por el sonido de una voz que se aquieta!
Rompe, rompe, rompe,
Al pie de tus peñascos, ¡Oh Mar!
Pero la tierna gracia del día que ha muerto
No volverá a mí jamás.
Lord Alfred tennyson 1809-1892
Versión: Marina Kohon
Nota de la traductora: Muchos se preguntarán con razón por qué he incluído a Tennyson en la sección celta de este blog, la razón es que la temática de muchos de sus poemas están ligados a lo celta, como su famoso Muerte de Arturo, y La dama de Shalott, y además, por una cuestión de gusto personal de la que administra el blog.
Break, break, break …
Break,
break, break,
On the cold
gray stones, O Sea!
And I would
that my tongue could utter
The thoughts
that arise in me.
O well for
the fisherman’s boy.
That he
shouts with his sister at play!
O well for
the sailor lad,
That he
sings in his boat on the bay!
And the
stately ships go on
To their
haven under the hill;
But O for
the touch of a vanish’d hand,
And the
sound of a voice that is still!
Break,
break, break,
At the foot
of thy crags, O Sea!
But the
tender grace of a day that is dead
Will never
come back to me.
lunes, 1 de agosto de 2022
Imbolc: 1-2 de agosto en el Hemisferio Sur
Foto: Winter de Sandra Bartocha
En la fecha de Imbolc los días ya son más largos y se ven las primeras señales de que el invierno se va retirando. Asoman los primeros brotes en la tierra, y las campanillas de invierno adornan jardines y bosques. Crecen las violetas y es tiempo de plantar bulbos.
Brighid, la diosa del fuego es la protectora de los niños, mujeres y animales, es la diosa a la que se le dedica esta fiesta. Es la que dirige su aliento cálido sobre la tierra para despertarla. Es también la responsable de fomentar los nuevos proyectos, por eso en esta fecha se suelen plantar semillas y bulbos como representación de áreas de nuestra vida que queremos que prosperen o crezcan.
En la fiesta de Imbolc se celebra la renovación, el cambio dentro de nosotros y a nuestro alrededor. Honramos la chispa de la creación divina dentro de nosotros y obtenemos energía de curación. También esta fiesta se asocia con los nacimientos de los primeros terneros y el inicio de la lactancia de las ovejas.
Santa Brígida es la versión cristianizada de la diosa irlandesa Brighid
La tierra oscura gesta la vida que va a surgir, por eso se honran sus momentos de poder oscuro, luego el crecimiento va a ser sostenido en los cálidos y soleados meses de creatividad que siguen al invierno.
Una de las celebraciones más hermosas es la costumbre de poner velas en todas las ventanas de la casa, empezando la tarde de la víspera, dejándolas encendidas hasta el amanecer.
Además este día se utiliza para hacer todas las velas que se utilizarán durante los otros sabbats, también se hacen rituales de purificación y limpieza para la casa.
Correspondencias de Imbolc
- Colores amarillo, naranja y blanco.
- Nombres alternativos de esta festividad: Imbolc Brigantia, Candlemas, Lupercus, Candelaria, Disting, Oimelc, Dia de Brid, Brigit’s Day.
- Aspecto de las divinidades: La Diosa en su aspecto de virgen y fertilizadora. El Dios, en su aspecto joven y de niño Sol.
- Hierbas, flores e inciensos: salvia blanca, caléndula, limón, diente de león, semillas de azafrán, rosas, verbena, violeta, mirra, sangre de dragón, vainilla, canela.
- Piedras; todas las piedras blancas y de colores cálidos. (Cuarzo blanco, citrino, turmalina amarilla, rubi, granate, zirconia, coral, ágata roja, topacio…)
Actividades de Imbolc
- Hacer un circulo con velas.
- Limpiar y purificar la casa.
- Trenzar la cruz de Brigid.
- Colocar tres semillas de trigo sobre la puerta principal como símbolo de la Diosa Triple y dejarlas hasta Ostara cuando deberán ser quemadas.
- Encender una vela en cada abertura (ventanas, puertas) de la casa….o habitación. Se comienza con la puesta de sol del día de Imbolc y se deja hasta el amanecer del día siguiente.
lunes, 7 de febrero de 2022
La dama de Shalott
La dama de
Shalott
A
cada lado del río se extienden
largos
campos de cebada y centeno
Que
cubren la tierra y concluyen en el cielo,
Y
a través del campo el camino corre
Hacia la encumbrada Camelot;
Y
la gente sube y baja,
Mirando
a las lilas que se mecen
Alrededor
de la isla allí abajo,
La isla de Shalott.
Los
sauces palidecen, los álamos tiemblan,
Cae
en sombras la brisa, se estremece y
En las olas que recorren por siempre
La
isla, por el río
Fluye hacia Camelot.
Cuatro
paredes grises, y cuatro torres grises
Encierran
un espacio de flores
Y
la silenciosa isla guarda
A la dama de Shalott.
En
el margen, veladas por los sauces
Se
deslizan las pesadas barcazas tiradas
Por
caballos lentos; y sin parar
Las
chalupas se mueven con sus velas de seda
Río abajo, hacia Camelot:
¿Pero
quién la ha visto saludar?
¿O
la han visto parada en la ventana?
¿O
todos conocen en esta tierra
A la dama de
Shalott?
Sólo
los segadores que temprano van
Hacia
los barbados maizales
Escuchan
una canción que alegre se repite
Desde
el río claro y serpenteante
Hacia las torres de Camelot
Y bajo la luna el segador agotado
Apila los fardos en las aireadas tierras
altas
Al escuchar susurra: “Es el hada,
la dama de Shalott”
Parte dos
Allí ella teje día y noche
Un tapiz mágico de alegres colores
Ha escuchado un susurro que dice
Que una maldición caerá sobre ella si
Mira hacia Camelot
Ella no lo comprende,
Por eso teje incesante
Y a nada más se dedica
La dama de Shalott.
Y en la mañana en el límpido espejo
Que todo el año delante de ella cuelga
Las sombras del mundo aparecen.
Allí ve ella el camino cerca
Serpenteando hacia Camelot:
Allí el río se arremolina,
Y los aldeanos hoscos y ordinarios,
Y las chicas de los mercados en capas
rojas
Pasan provenientes de Shalott.
A veces un grupo de alegres damiselas
Un abad dando un paseo sin prisa
A veces un pastor joven, con rulos
O un paje de cabellos largos en ropas
carmesí,
Van hacia las torres de Camelot:
Y a veces a través del espejo azul
Los caballeros pasan cabalgando en pares:
Por eso no posee ningún leal y fiel
caballero,
La dama de Shalott
Pero en su tapiz ella encuentra placer
Al tejer las mágicas visiones del espejo
Porque a menudo en las noches
silenciosas
Un funeral con penachos, luces
Y música, se dirige a Camelot:
O cuando la luna está en lo alto
Pasan dos jóvenes recién casados;
Harta estoy ya de las sombras, dice
La dama de Shalott.
Parte 3
A un tiro de flecha de distancia de su
alcoba
Él cabalga entre los fardos de cebada
El sol encandilaba entre las hojas
Y brillaba entre las grebas de bronce
Del valiente
Lancelot.
Un caballero se inclinaría por siempre
Ante una dama bajo la protección de su
escudo
Que refulge en el campo dorado,
Cercano al remoto Shalott.
La enjoyada brida suelta relucía,
Como un ramal de estrellas
Que colgaba en la galaxia dorada.
Las campanas de la brida alegres sonaban
Al cabalgar hacia Camelot:
Y desde su heráldico tahalí cruzado
pendía
Un poderoso clarín todo plateado
Y al cabalgar su armadura repicaba
Muy cerca de Shalott.
Bajo el azul y despejado cielo
Muy lujosa brillaba la montura
El yelmo y el penacho
Juntos como una sola llama ardían
al cabalgar a Camelot.
Como sucede en la noche púrpura
Bajo los resplandecientes cúmulos de
estrellas
Algún estelado meteoro, un cometa
Se mueve sobre la apacible
Shalott.
Su
clara frente al sol resplandecía
En pulidos cascos trotaba su caballo
Por debajo de su yelmo flotaban
Oscuros como el carbón, sus cabellos
ondulados
Al cabalgar a Camelot.
Desde el banco y desde el río
Se reflejó su figura en el espejo
“Tirra lirra” por el río
Cantaba el caballero Lancelot.
Ella dejó el tapiz, dejó el telar,
Dio tres pasos en su alcoba
Vio su lirio de agua florecer
Vio el yelmo y el penacho
Al mirar hacia Camelot.
Soltó el tapiz y flotó extendido
De lado a lado se partió el espejo
Es la maldición sobre mí lloró
La dama de Shalott.
Parte 4
Al azote del tormentoso viento del este
Los pálidos bosques amarillos se
inclinaban
El ancho caudal se quejaba en las
riveras
Del pesado cielo la copiosa lluvia caía
Sobre las torres de Camelot.
Ella bajó y encontró una barca
Bajo un sauce flotando entre las aguas
Y alrededor de la proa escribió
La dama de Shalott.
Y en el sombrío remanso del río
Como una temeraria vidente en trance
Al comprender su infortunio
Con vidriosa expresión
Miró hacia Camelot.
Y al caer la tarde
La amarra soltó y allí se tendió,
El ancho caudal lejos la llevó,
A la dama de Shalott.
Tendida, cubierta por telas níveas
Que hacia ambos lados ondeaban-
Las hojas sobre su luz apagada-
Con los sonidos de la noche
Flotaba hacia Camelot.
Y al ir la proa a la deriva
Entre los campos y las colinas de sauces
La escucharon cantar su última canción,
La dama de Shalott.
Oyeron un canto triste, sagrado,
Cantado fuerte, cantado bajo
Y sus ojos en sombras quedaron
Vueltos hacia las torres de Camelot.
Porque antes de llegar con la marea
A la primera casa en la orilla
Cantando su canción murió,
La dama de Shalott.
Bajo las torres y balcones
Por las paredes de los jardines y
galerías
Como una figura reluciente flotó
Entre las casas altas, con la palidez de
la muerte,
Silenciosa, por Camelot.
De los muelles salieron
Caballeros y burgueses, damas y señores,
Y alrededor de la proa su nombre leyeron,
La dama de Shalott.
¿Quién es ella? ¿Y qué hace aquí?
Y en el cercano palacio iluminado
Se acalló el sonido de la realeza,
Y se persignaron por temor,
Todos los caballeros de Camelot.
Quedó Lancelot pensativo por un rato
y
dijo, “Un rostro muy hermoso tiene,
Dios en su gloria se apiade,
De la dama de Shalott.
Everyman’s Poetry
Selected and edited by Michael Baron
University of London, 1996
Versión:
Marina Kohon
Pintura: The Lady of Shalott, John William Waterhouse, 1888
The
Lady of Shalott»
Part
I
On
either side the river lie
Long fields of barley and of rye,
That clothe the wold and meet the sky;
And thro’ the field the road runs by
To many-towered Camelot;
And up and down the people go,
Gazing where the lilies blow
Round an island there below,
The island of Shalott.
Willows
whiten, aspens quiver,
Little breezes dusk and shiver
Thro’ the wave that runs for ever
By the island in the river
Flowing down to Camelot.
Four gray walls, and four gray towers,
Overlook a space of flowers,
And the silent isle imbowers
The Lady of Shalott.
By
the margin, willow-veil’d,
Slide the heavy barges trail’d
By slow horses; and unhailed
The shallop flitteth silken-sail’d
Skimming down to Camelot:
But who hath seen her wave her hand?
Or at the casement seen her stand?
Or is she known in all the land,
The Lady of Shalott?
Only
reapers, reaping early
In among the bearded barley,
Hear a song that echoes cheerly
From the river winding clearly,
Down to tower’d Camelot:
And by the moon the reaper weary,
Piling sheaves in uplands airy,
Listening, whispers «‘Tis the fairy
Lady of Shalott.»
Part
II
There
she weaves by night and day
A magic web with colours gay.
She has heard a whisper say,
A curse is on her if she stay
To look down to Camelot.
She knows not what the curse may be,
And so she weaveth steadily,
And little other care hath she,
The Lady of Shalott.
And
moving thro’ a mirror clear
That hangs before her all the year,
Shadows of the world appear.
There she sees the highway near
Winding down to Camelot:
There the river eddy whirls,
And there the surly village-churls,
And the red cloaks of market girls,
Pass onward from Shalott.
Sometimes
a troop of damsels glad,
An abbot on an ambling pad,
Sometimes a curly shepherd-lad,
Or long-hair’d page in crimson clad,
Goes by to towered Camelot;
And sometimes through the mirror blue
The knights come riding two and two:
She hath no loyal knight and true,
The Lady of Shalott.
But
in her web she still delights
To weave the mirror’s magic sights,
For often thro’ the silent nights
A funeral, with plumes and lights
And music, went to
Camelot:
Or when the moon was overhead,
Came two young lovers lately wed;
«I am half sick of shadows,» said
The Lady of Shalott.
Part
III
A
bow-shot from her bower-eaves,
He rode between the barley-sheaves,
The sun came dazzling through the leaves,
And flamed upon the brazen greaves
Of bold Sir Lancelot.
A red-cross knight for ever kneeled
To a lady in his shield,
That sparkled on the yellow field,
Beside remote Shalott.
The
gemmy bridle glitter’d free,
Like to some branch of stars we see
Hung in the golden Galaxy.
The bridle bells rang merrily
As he rode down to Camelot:
And from his blazon’d baldric slung
A mighty silver bugle hung,
And as he rode his armour rung,
Beside remote Shalott.
All
in the blue unclouded weather
Thick-jewell’d shone the saddle-leather,
The helmet and the helmet-feather
Burn’d like one burning flame together,
As he rode down to
Camelot.
As often through the purple night,
Below the starry clusters bright,
Some bearded meteor, trailing light,
Moves over still Shalott.
His
broad clear brow in sunlight glow’d;
On burnished hooves his war-horse trode;
From underneath his helmet flow’d
His coal-black curls as on he rode,
As he rode down to
Camelot.
From the bank and from the river
He flashed into the crystal mirror,
«Tirra lirra,» by the river
Sang Sir Lancelot.
She
left the web, she left the loom,
She made three paces thro’ the room,
She saw the water-lily bloom,
She saw the helmet and the plume,
She look’d down to Camelot.
Out flew the web and floated wide;
The mirror crack’d from side to side;
«The curse is come upon me,» cried
The Lady of Shalott.
Part
IV
In
the stormy east-wind straining,
The pale yellow woods were waning,
The broad stream in his banks complaining,
Heavily the low sky raining
Over tower’d Camelot;
Down she came and found a boat
Beneath a willow left afloat,
And round about the prow she wrote
The Lady of Shalott.
And
down the river’s dim expanse,
Like some bold seër in a trance
Seeing all his own mischance–
With a glassy countenance
Did she look to Camelot.
And at the closing of the day
She loosed the chain, and down she lay;
The broad stream bore her far away,
The Lady of Shalott.
Lying,
robed in snowy white
That loosely flew to left and right–
The leaves upon her falling light–
Thro’ the noises of the night
She floated down to Camelot:
And as the boat-head wound along
The willowy hills and fields among,
They heard her singing her last song,
The Lady of Shalott.
Heard
a carol, mournful, holy,
Chanted loudly, chanted lowly,
Till her blood was frozen slowly,
And her eyes were darken’d wholly,
Turn’d to towered
Camelot.
For ere she reached upon the tide
The first house by the water-side,
Singing in her song she died,
The Lady of Shalott.
Under
tower and balcony,
By garden-wall and gallery,
A gleaming shape she floated by,
Dead-pale between the houses high,
Silent into Camelot.
Out upon the wharfs they came,
Knight and burgher, lord and dame,
And round the prow they read her name,
The Lady of Shalott.
Who
is this? and what is here?
And in the lighted palace near
Died the sound of royal cheer;
And they cross’d themselves for fear,
All the knights at Camelot:
But Lancelot mused a little space;
He said, «She has a lovely face;
God in his mercy lend her grace,
The Lady of Shalott.
Walter Crane, The Lady of Shalott, 1862.
Arthur Hughes, The Lady of Shalott, 1873.