domingo, 9 de octubre de 2016

Patrick Kavanagh: Una infancia navideña (primera y segunda parte)






Una Infancia Navideña
 I

Un lado de los surcos de papas estaba blanco de nieve-
¡qué hermoso era eso, qué hermoso!
Y cuando poníamos nuestros oídos sobre el poste del cerco
la música que emitía era mágica.

La luz entre los almiares de heno y paja
era un hueco en el tejado del Cielo. Un árbol de manzanas
con su Diciembre –destellos de fruta que vimos-
o tú, Eva, eran el mundo que me tentaba.

¡Alimentarse del conocimiento que crecía en la arcilla
y dar muerte al germen que crecía en él! De vez en cuando
puedo recordar algo del Jardín
de la felicidad que era la infancia. Otra vez.

Las huellas del ganado hasta el bebedero,
una piedra verde de lado sobre una acequia,
o cualquier imagen usual, la cara transfigurada
de la belleza que el mundo no tocaba.

II



Mi padre tocaba la melódica
al lado de nuestra cerca;
había estrellas en la mañana hacia el este
que danzaban con su música.

A través de los pantanos salvajes su melódica llamaba
a los Lennons y a los Callans.
Me puse los pantalones con apuro
porque supe que algo extraño había pasado.

Afuera, en el tambo mi madre
tocaba la música del ordeñe;
la luz de su lámpara de establo era una estrella
que la escarcha de Belén hacía parpadear.

Una gallareta chillaba en el pantano,
un grupo iba a pie
aplastaban el aguanieve de los baches,
alguien tristemente giraba los fuelles de un carro.


Mi niño poeta elegía las letras
sobre la piedra gris,
en plata la maravilla de una Navidad pueblerina,
el guiño brillante de un amanecer escarchado.

Cassiopeia colgaba sobre
la Colina empinada de Cassidy,
miré y tres cardos rusos rodaban
en el horizonte- los Tres Reyes Magos.

Un hombre viejo que pasaba dijo:
“no puede hacerla hablar”-
la melódica, me escondí en la entrada
y ajusté la hebilla de mi saco con tablas.

Hice seis muescas en el poste del correo
con la gran cuchilla de mi navaja-
tenía una para cortar tabaco.
Y yo había vivido seis Navidades.

Mi padre tocaba la melódica,
mi madre ordeñaba las vacas,
y yo tenía una plegaria como una rosa blanca prendida
en la blusa de la Virgen María.



 Patrick Kavanagh, Collected Poems 2004, Penguin Books.
Versión: Marina Kohon

 Nota: El poema consiste de dos partes. La primera fue escrita en 1943 y la segunda en 1940.





A Christmas Childhood

I

One side of the potato-pits was white with frost –
How wonderful that was, how wonderful!
And when we put our ears to the paling-post
The music that came out was magical.


The light between the ricks of hay and straw
Was a hole in Heaven’s gable. An apple tree
With its December-glinting fruit we saw –
O you, Eve, were the world that tempted me.

To eat the knowledge that grew in clay
And death the germ within it! Now and then
I can remember something of the gay
Garden that was childhood’s. Again.

The tracks of cattle to a drinking-place,
A green stone lying sideways in a ditch,
Or any common sight, the transfigured face
Of a beauty that the world did not touch.

II


My father played the melodeon
Outside at our gate;
There were stars in the morning east;
And they danced to his music.

Across the wild bogs his melodion called
To Lennons and Callans.
As I pulled on my trousers in a hurry
I knew some strange thing had happened.

Outside in the cow-house my mother
Made the music of milking;
The light of her stable-lamp was a star
And the frost of Bethlehem made it twinkle.

A water-hen screeched in the bog,
Mass-going feet
Crunched the wafer-ice on the pot-holes,
Somebody wistfully twisted the bellows wheel.


My child poet picked out the letters
On the grey stone,
In silver the wonder of a Christmas townland,
The winking glitter of a frosty dawn.

Cassiopeia was over
Cassidy's hanging hill,
I looked and three whin bushes rode across
The horizon - the Three Wise Kings.

An old man passing said:
"Can't he make it talk" -
The melodion, I hid in the doorway
And tightened the belt of my box-pleated coat.

I nicked six nicks on the door-post
With my penknife's big blade -
There was a little one for cutting tobacco.
And I was six Christmases of age.

My father played the melodion,
My mother milked the cows,
And I had a prayer like a white rose pinned
On the Virgin Mary's blouse.






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