"Cú Chulain da muerte al perro de Culann", ilustración de Stephen Reid sacada de la obra de Eleanor Hull, The Boys' Cuchulain, 1904.
Cuchulain es el mayor heroe de la mitología irlandesa, el estereotipo del guerrero bravo y sin miedo. Cuando era pequeño le suplico a su madre que le permitiera unirse a los muchachos que estaban al servicio del rey Conchubar.
-Eres demasiado joven- le contestó su madre, pues tan solo tenía seis años-. Espera un poco.
Pero él no esperó. Se marchó con su lanza y escudo de juguete. Era capaz de lanzar la jabalina y correr para tomarla antes de que tocara el suelo. Los muchachos al verle se burlaron de Cuchulain y le tiraron sus jabalinas, pero éste las detuvo con su escudo. Al verse atacado surgió en él por primera vez el furor guerrero. Pareció que el cabello se le incendiaba. Un ojo se le cerró y retrocedió al interior de su cabeza mientras el otro brillaba y se erguía sobre un eje. La boca se le abrió de tal modo que se le podía ver la garganta a la vez que de detrás de la cabeza surgía un rojo resplandor. Fue derrotando a todos sus adversarios hasta que llegó a donde estaba el rey Conchubar, el cual le tomó a su servicio. Hay quienes aseguran que el padre de Cuchulain era el mismo dios Lugh, un señor de los Tuatha de Dannan, antiguas deidades que gobernaron en Irlanda.
Cuchulain realizó grandes hazañas y se le llegó a conocer como el Sabueso de Úlster. Se convirtió en un joven apuesto, excepto cuando le dominaba el furor guerrero. Sucedió que el joven se enamoró de la joven Emer, hija de Forgall Manach. Éste le dijo que solo se podría casar con su hija tras haber sido entrenado por Scathach, la guerrera escocesa. Ésta vivía en una isla, y la única forma de llegar allí era un puente elevado que, cuando un hombre lo cruzaba, corcoveaba como un caballo asustado. Al llegar al centro del puente, Cuchulain dio un gran salto, saliendo de allí antes que el puente le tirase al agua.
Scathach le aceptó como alumno y le adiestró en todas las artes de la guerra: la destreza con el filo de la espada y el escudo sesgado, la torsión del gato y el grito de los heroes, el golpe que aturde y el que cercena. Además le entregó el gae bolga, la lanza mágica del rayo que ningún enemigo puede parar.
Tras finalizar su entrenamiento con Scathach regresó al reino de Conchubar y se casó con Emer.
Pero, en aquel entonces, los hombres de Irlanda eran grandes luchadores, y cualquier excusa les servía. Así fue como los ejercitos de Irlanda entraron en batalla, cuando el rey Ailill y la reia Maeve de Connaught intentaron robar el gran toro del Úlster.
Cuchulain obtuvo grandes victorias en el campo de batalla, pero la hostilidad entre las gentes del Úlster y el resto de Irlanda no concluyeron, sino que empeoraron. Y llegó el día que éste se preparó para luchar una vez más. Fue a ver a su madre para despedirse, y ella le sirvió una copa de vino. Pero cuando se disponía a beberla, tan sólo sangre apareció en la copa. Tres veces se lavó la copa y tres veces se convirtió el vino en sangre.
- La suerte se ha vuelto contra mí -se lamentó Cuchulain-. Ya no volveré con vida.
Su madre le suplicó que se quedara con ella hasta que su suerte volviera. Pero él se negó:
- Nunca he rehuido la batalla y nunca lo haré. Es preferible un buen nombre que una larga vida.
En batalla Cuchulain arremetió montado en su carro contra los ejercitos de Irlanda y mató a centenares: caían como las hojas de los árboles en otoño y teñían de rojo la llanura con su sangre. Pero finalmente Lugaid, hijo de Curoi, atravesó con su lanza el vientre de Cuchulain, y éste comprendió que había recibido una herida mortal.
Pidió bajar hasta el lago y beber un trago de agua, y Lugaid le concedió su deseo. Cuchulain descendió hasta la orilla y allí bebió y se lavó, luego regresó para enfrentarse a la muerte.
En medio de campo de batalla había un enorme pilar de piedra, y Cuchulain se ató a él con su cinto, dispuesto a morir de pie. Siguió combatiendo hasta que un cuervo se le posó en el hombro: era el pájaro de la diosa Morrigan, o tal vez la propia diosa. Entonces Lugaid le asestó el golpe mortal.
Así fue como murió el poderoso Cuchulain, el Sabueso de Úlster.
Fuente: Philip, Neil, El libro ilustrado de los mitos, Ediciones B, Barcelona 1996, pp. 125-129.
simplemente fantastico
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La leyenda de kuzkuz
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