miércoles, 17 de septiembre de 2014

¿Regreso a las Fuentes?











A Yeats no le faltaron consejos cuando se embarcó en su proyecto. Muchos le advirtieron que el anhelo nacional de una forma sólo podía satisfacerse con el regreso a la lengua nativa. Pero el idioma irlandés llevaba siglos declinando. Desde 1650 en adelante, aproximadamente, había dejado de ser un  medio en el que fuera posible una vida intelectual, convirtiéndose en la lengua de los pobres y, en realidad, en una marca concluyente de su pobreza. El establecimiento de las Escuelas Nacionales en la década de 1830 (escuelas en las que el inglés era tanto el tema principal como el único vehículo de instrucción) asestó otro duro golpe, al igual que la insistencia de O'Connell en que a los niños se les enseñara  inglés, por ser un idioma más conveniente para el mundo moderno de los negocios, la actividad profesional y, por supuesto, la posible emigración. No obstante, puede decirse que el daño más grande lo hizo la Hambruna.
Tan pronto como la muerte del idioma irlandés pareció un hecho probable, se fundaron diversas asociaciones de estudios antiguos, creadas en muchos casos por caballeros protestantes que deseaban afirmar los rasgos distintivos de la cultura gaélica, aún cuando sus actividades profesionales privadas a menudo servían paa profundizar la integración con Gran Bretaña. En la década de la Hambruna surgió un número sorprendente  de esas instituciones, incluidas la Sociedad  Arqueológica  (1840) y la Sociedad Céltica (1845); no obstante, ninguna de ellas estaba comprometida con la preservación o el restablecimiento de la lengua irlandesa. El interés era estrictamente anticuario: se coleccionaban  manuscritos, se estudiaban y traducían, pero eso era todo. De la Unión Gaélica, todavía activa a finales del siglo diecinueve, se observó cáusticamente que sus debates y publicaciones se efectuaban en inglés. Ninguna de estas consideraciones mermó el ardor de aquellos que predicaban un "regreso a las fuentes", posible únicamente con la energía y el potencial de la lengua de los ancestros. En la vereda opuesta estaban los que defendían una mayor integración con Gran Bretaña, en ese momento en el pináculo de la estructura del mundo moderno: éstos sostenían que Irlanda sólo podía convertirse en un estado a través de un cosmopolitismo como el que ellos profesaban. Expuesto de esta forma, podría parecer que el debate se planteó en los términos familiares de tradición versus moderidad, pero no fue así, en realidad: a un nivel más profundo, más interesante, lo que que se discutía era cómo modernizarse mejor.
La modernidad, después de todo, no era un estado que los irlandeses pudieran elegir o rechazar a voluntad: ser irlandés era ser moderno, por cuanto los irlandeses estaban buscando un para sí mismos después de un período de caos y perturbación. La crisis había sido transferida del centro imperial a la periferia colonial, donde la drástica yuxtaposición de riqueza y pobreza , de lo avanzado y lo primitivo, estaba a la orden del día. Inglaterra podía aislarse de muchos conflictos que emergían y enfrentarlos luego a una distancia más segura, en sus colonias: el problema era que, muy a menudo,  los ingleses no entendían los debates de las colonias en los términos propios de las mismas. Los historiadores y comentaristas ingleses traducían el desafío planteado por la Liga Gaélica según el viejo binarismo conocido de tradición versus modernidad, rural versus urbano, cultura versus industria. Los irlandeses, sin embargo, no veían para nada las cosas de esa manera: si ese análisis hubiera sido válido, sencillamente habrian hecho causa común con los elementos más retrógrados y conservadores de la tradición aristocrática inglesa. Por el contrario, habían aprendido de Thomas Davis la vital relación que había entre cultura e industria, y optaban entonces por una filosofía inclusiva antes que por el binarismo "y/o" de la teoría imperial. Efectivamente, la Liga Gaélica quería revivir el idioma irlandés como preludio de un orgullo nacional y una prosperidad económica recuperados, pero sus métodos - la acción democrática masiva, la educación de los trabajadores, la mezcla de los sexos, sobre la base de la igualdad, en cursos gratuitos y escuelas de verano- no tenían nada de conservadores.


de La Invención de Irlanda,  Declan Kiberd, Adriana Hidalgo editora, 2006
Traducción: Gerardo Gambolini





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